LAS VANGUARDIAS EN EUROPA
Los movimientos de vanguardia fueron fundamentalmente europeos y buena
parte de ellos mayoría tuvieron raíz francesa, en la medida en que sus
pautas se marcaron desde París, que ya había sido el lugar de origen de
anteriores tendencias de carácter renovador, como el Simbolismo el
Impresionismo y el Modernismo. En París se gestaron movimientos como el cubismo , el futurismo y el surrealismo .
Pese a ello, conviene recordar la existencia de otros grupos que
tuvieron su centro de irradiación lejos de esta ciudad, como es el caso
del expresionismo , pronto adscrito a Alemania, del dadaísmo del Zurich neutral de la guerra, del rayonismo ruso (síntesis de cubismo, futurismo y orfismo), del imaginismo inglés (también llamado vorticismo ,
que desarrolla Ezra Pound sobre la base de nuevos ritmos e imágenes
bien definidas), sin olvidar otros movimientos más exóticos, como el estridentismo mexicano o el vibracionismo ,
variante futurista que desarrolló el uruguayo Rafael Barradas en
Barcelona. A estos movimientos podríamos añadir otros “ismos”, siguiendo
a Guillermo de Torre: superrealismo, purismo, constructivismo,
neoplasticismo, abstractivismo, babelismo, cenitismo, simultaneísmo,
primitivismo, panlirismo , etc.
Futurismo
El futurismo puede considerarse uno de los primeros
movimientos de vanguardia. Comenzó en 1909, año en que su fundador, el
italiano Marinetti, publicó en París el primer manifiesto definiendo el
movimiento. Destacan en él los siguientes rasgos:
-Temas: la velocidad, el riesgo, el peligro,
lo moderno, las máquinas, la violencia, los deportes, la guerra, el
militarismo, las fábricas, etc.
-Reformas literarias:
• Destrucción absoluta de la sintaxis.
• Sustitución de los signos de puntuación por signos matemáticos y musicales.
• Supresión del YO.
• Primacía de la imaginación sin ataduras de ningún tipo.
• Alteración y juego con la tipografía.
-Espíritu:
• Odio a la inteligencia a favor de la intuición.
• Ruptura con todo lo pasado.
• Espíritu iconoclasta. Ruptura con las convenciones culturales.
• Optimismo y vitalidad.
Se apreció especialmente de este movimiento su
talante dinámico y su rebelión frente a los academicismos; sus llamadas
al riesgo ("Queremos cantar el amor al peligro, el hábito de la energía y
de la temeridad"), muy en la línea de posteriores proclamas de
Mussolini animando a los jóvenes a "vivir peligrosamente"; su sentido de
la modernidad, entendida como defensa de la velocidad y del maquinismo
(este último considerado un instrumento del poder humano); su visión de
horizontes y de infinitos; su defensa de lo intuitivo, de la invención;
la utilización del humor; sus ataques, en fin, a la moralidad imperante
"y a todas las cobardías”.
Cubismo
El cubismo en artes plásticas surgió en torno al año
1907 con pintores como Picasso o Braque. El cubismo literario apareció
unos años más tarde y su máximo representante sería Apollinaire.
Como rasgos característicos de este movimiento, pueden citarse:
• Descomposición de la realidad y su observación desde diferentes perspectivas.
• Integración de diferentes artes. Esto explicará el
género literario del caligrama (pintura + literatura) y el pictórico
del collage (pintura + escultura + literatura).
• Pretensión de crear obras de arte con vida propia, independientemente de su parecido con la realidad.
• Eliminación de lo anecdótico y descriptivo.
• Fragmentarismo. El poema se suele convertir en una sucesión de emociones, ideas, anotaciones, etc.
• Espontaneidad. Se niega la elaboración formal posterior de la obra de arte. Se busca lo ilógico.
• Se huye del intelectualismo.
• Los temas tratados serán los propios del mundo del
momento, en sus aspectos positivos y negativos. El poeta se ocupará de
todo aquello que hiera su sensibilidad.
El paso del cubismo plástico al literario se dio de
la mano de autores como Max Jacob, André Salmon, Cendrars, Maurice
Raynal o Gertrude Stein, gente toda ella muy cercana a los pintores
cubistas y en especial a Picasso. También a través de revistas como Sic, L'Élan , Nord-Sud (referencia a una línea del metro parisino) y Littérature . Pero el artífice fue Guillaume Apollinaire, descubridor de Picasso (Picasso peintre, 1905), quien sistematizó los principales rasgos del cubismo literario, que luego llevaría a la práctica en Alcools (1913), y sobre todo en Calligrammes
(1918), conjunto de poemas visuales en los que la linealidad del verso
desaparece en favor de una tipografía que recuerda el objeto mencionado,
y que tienen en la pintura su modelo. Estos pictogramas fueron el
arranque de una poesía experimental que marcó gran parte de la
literatura vanguardista. El propio Apollinaire justificaba este proceso:
"Los artificios tipográficos llevados muy lejos con gran audacia tienen
la ventaja de hacer nacer un lirismo visual que era casi desconocido
antes de nuestra época". En todo caso, estamos ante unos poemas hechos
para la lectura, incluso para la contemplación, y no para ser
escuchados, con todo lo que ello implica de novedoso.
Junto con los caligramas de Apollinaire destacan
también los juegos verbales de M. Jacob, los poemas innovadores de
Cendrars y los versos y aforismos de Reverdy. A partir de 1920, la
presencia de Paul Éluard, Benjamin Péret, Antonin Artaud, Robert Desnos,
Valery Larbaud y otros autores que luego destacarían en el surrealismo, añade savia nueva a este movimiento.
Dadaísmo
Tiene su origen en Zurich en 1916, durante la Gran
Guerra, cuando un grupo de artistas, entre los que se encontraban Hugo
Ball, Hans Arp o Richard Huelsenbeck, y a los que después se uniría el
poeta rumano Tristan Tzara, iniciaron una serie de sesiones en un bar
rebautizado Cabaret Voltaire , con la intención de lanzar, en
palabras de Ball, "los más estridentes panfletos […] y para rociar
adecuadamente con lejía y burla la hipocresía dominante".
Dadá pretendía ser diferente, no conformar un
movimiento más. Los dadaístas querían acabar con el arte, bueno o malo, y
con la noción misma de literatura. Representaron la negación absoluta.
De ahí que su nihilismo acabara en un callejón sin salida. Tzara explicó
tardíamente, en 1950, que para comprender muchos de los supuestos del
dadaísmo había que imaginarse la situación de unos jóvenes "prisioneros
en Suiza" en 1914 y dominados por el rechazo hacia toda forma de
civilización moderna, incluido el lenguaje.
El mismo nombre no significaba nada: "Encontré la palabra dadá
en el diccionario Larousse", diría Tzara en su momento, aunque
posteriores versiones, suyas y de otros autores, acerca de posibles
significados ( el primitivismo, el primer sonido que dice el niño, el empezar desde cero, lo que nuestro arte tiene de nuevo …),
hayan alcanzado una proyección casi legendaria. En todo caso, de esa
primera explicación surgió uno de los puntos básicos del dadaísmo: el
azar esgrimido contra la lógica y utilizado como elemento creativo.
Se iniciaba así una protesta poética y artística dirigida contra todo. A partir de ahí surgirían los famosos happennings, que tanto escandalizarían, y la no menos famosa revista Dadá, dirigida por Tzara, quien acabaría convirtiéndose en el líder del grupo.
El Manifiesto Dadá no apareció hasta 1918,
momento en el que Tzara entró en contacto con Breton, Aragon, Eluard y
Picabia. La categorización de Tzara fue en estos términos: "Protesta
con los puños de nuestro ser: Dadá: Abolición de la lógica, danza de
los impotentes para crear: Dadá: Chillidos de los colores crispados,
entrelazamiento de las contradicciones grotescas y de las
inconsecuencias: La Vida" .
De Dadá surgirían elementos utilizados después por
los surrealistas, como el gusto por la sorpresa y el escándalo
(insultos, violencia, agresión, histrionismo, humor) y el afán
experimental, que a su vez procedía del futurismo (Tzara dijo que "el
futurismo había muerto de Dadá").
Se ha señalado que este movimiento contenía más
actividades que obras, y que éstas formaban parte del espectáculo, pero
es cierto que el dadaísmo dejó los "ready-mades" (término inventado por
Duchamp), formados a partir de collages, grabados, esculturas,
pinturas, fotomontajes (Man Ray) y todo tipo de objetos que hoy
denominaríamos "reciclados" (el famoso urinario y el portabotellas de
Duchamp, pero también corsés, periódicos, billetes de tranvía, etc.).
También dejó la escritura automática (leían a coro poemas de ese tipo) y
los poemas abstractos, basados únicamente en el sonido (es célebre la
representación del primer poema fonético abstracto llevada a cabo por
Ball, en julio de 1916, cuando disfrazado de objeto móvil recitó en
medio de un gran escándalo: "O gadji beri bimba glandridi laula lonni
cadori…"). A ello se añade toda suerte de recursos tipográficos y
caligráficos, mezcla de tintas, etc.
Expresionismo
Los representantes de este movimiento prefirieron
hablar más de "postura vital" que de una corriente entendida como tal.
En todo caso, el expresionismo se identificó frecuentemente con
anticonformismo y sus exponentes fueron vistos como iconoclastas. El
movimiento tendría sus momentos estelares durante la segunda década del
siglo e inicios de la tercera.
El expresionismo no abstrae geométricamente las
formas, como el cubismo, ni es una manifestación situada entre el sueño y
la vida, como el surrealismo. El expresionismo, basándose en la
intuición, depura, intensifica e interpreta la realidad, pero nunca se
aparta totalmente de ella. Y, por supuesto, es absolutamente
irracionalista. Entre sus rasgos fundamentales se halla lo que se ha
dado en llamar la "poética del grito", de la que habla el crítico
Armando Plebe: "entendida como un abrir los ojos de par en par a los
aspectos más alarmantes de la realidad […], parece exigir del artista
una expresión angustiada y angustiosa, un grito de alarma". Otra faceta
importante es su capacidad para deformar hasta la caricatura, dado que
el expresionismo se niega a captar la realidad a través de las huidizas
impresiones del momento, estableciendo jerarquías y una "estilización
que deriva en deformación", como señaló Gasch. Los expresionistas
utilizaron la caricatura, el guiñol, la máscara y, en general, todas
aquellas deformaciones y trazos desgarrados que "expresaran" en sí
mismos, desdeñando la armonía impuesta por el impresionismo y
convirtiéndose en un arte crítico en su búsqueda de nuevas
manifestaciones.
Para todo ello la literatura expresionista se sirvió
de recursos como el "flujo de conciencia" (que, sin estar especialmente
ligado a este movimiento, lo caracterizó en buena medida), el uso de un
lenguaje desgarrado, la presencia constante de la muerte, la violencia y
la crueldad, la elaboración de personajes abstractos o genéricos, las
narraciones fragmentadas; la crítica a la burguesía y la presencia de lo
grotesco como medio de representar la naturaleza humana.
Sin lugar a dudas fue Valle-Inclán el ejemplo más
destacado en nuestro país entre los autores que se acercaron a ciertas
formas del expresionismo, pese a su fama de ser un escritor
individualista y poco interesado por lo que se hacía a su alrededor. Un
análisis de las obras que se engloban dentro de su teoría del esperpento
pone de manifiesto un buen número de coincidencias con la -técnica
expresionista. La citada "poética del grito", tiene su eco en la obra de
Valle-Inclán, y muy especialmente en Tirano Banderas (1926),
novela en la que la denuncia crítica, la violencia, la crueldad, la
muerte, la distorsión y la perspectiva deformante, la caricatura, los
juegos de luces y sombras, la propia estructura cinematográfica, la
presencia del "superhombre al revés", el desgarro en el lenguaje y el
sarcasmo, conforman un mundo literario que entronca directamente con los
presupuestos estéticos desarrollados por aquella corriente, por su
literatura, por su cine y por su arte.
Surrealismo
El surrealismo como movimiento artístico nace en
Francia en torno a 1920, aunque probablemente sus mejores
manifestaciones se dan en España o proceden de artistas españoles. Su
creador fue André Bretón y en torno a él se formó un importante grupo de
artistas que residieron en París y que durante algún tiempo siguieron
fielmente los dictados de la teoría surrealista: Louis Aragon, Juan
Larrea, Luis Buñuel y Salvador Dalí, entre otros.
El surrealismo no pretendió ser solamente una opción
artística sino que quiso ser un movimiento que promoviera la revolución
integral, la liberación total del hombre. Pretendió transformar la vida.
Esa liberación total que buscan los surrealistas se centra
fundamentalmente en dos áreas de la personalidad y de la vida. Por un
lado buscan liberar al ser humano de sus propias represiones. En este
aspecto, entroncan con la teoría del psicoanálisis de Freud. Pero
también pretendieron una liberación de la represión que sobre el hombre
ejerce la sociedad burguesa y su modelo de estado. En esta tendencia, el
surrealismo se relacionará con el marxismo.
Para conseguir esa finalidad de liberar al ser humano
de las represiones personales y sociales, los surrealistas se valieron
de una serie de técnicas concretas, todas ellas buscando la libertad de
creación y olvidando la razón:
• Escritura automática
• Ensambladura fortuita de palabras
• Reseña de sueños
• Liberación del lenguaje mediante metáforas, en las que se asocian términos que no tienen relación aparente.
Con ello los surrealistas buscaron llamar la atención
no de la razón del lector sino de su inconsciente. Pretendieron
provocar acciones, no ser entendidos.
Por todo lo dicho, debe considerarse el surrealismo
como un movimiento que rehumaniza el arte deshumanizado de las
vanguardias, es la última vanguardia, que cierra un periodo y supone la
vuelta a temas existenciales, religiosos y sociales.
Pueden citarse los siguientes rasgos principales de
este movimiento, que ha quedado como el más significativo de toda la
época vanguardista:
• A diferencia del dadaísmo, no reniega de la
realidad sino que pretende acceder a la esencia última de esa realidad
adentrándose en los campos profundos del pensamiento y dejando a éste
libre de toda sujeción racional y, en gran medida, al margen de toda
preocupación estética o moral.
• Esta nueva apreciación de la realidad lleva a un
universo nuevo para el surrealismo: el del subconsciente, donde aquélla
se manifiesta en su totalidad, y que es tan importante o más que la
vigilia. Esto permite hablar de una "poética del sueño", capaz de
producir obras inquietantes y extrañas, dominadas por la irracionalidad,
por la no-lógica y por las técnicas de libre asociación.
• Otra de las bases sobre las que aparentemente se
asienta la definición de la actividad primera del surrealismo es la
"escritura automática", que es la resultante del poder productivo de las
frases que brotan de la mente al aproximarse al sueño. La escritura
automática tiene como base el azar, al cual se abandona el poeta,
permitiendo que aparezcan libremente ideas, asociaciones y palabras.
• En consonancia con el rechazo de una visión informativa o descriptiva de la realidad, surge el concepto de lo merveilleux. En el Manifiesto surrealista
queda patente: "Digámoslo claramente: lo maravilloso es siempre bello,
todo lo maravilloso, sea lo que fuere, es bello, e incluso debemos decir
que solamente lo maravilloso es bello”. Esto tendrá después su
importancia a la hora de formular poéticas como la del "realismo mágico"
(concepto aparecido en esos años), o la de "lo real-maravilloso"
(elaborada por Carpentier en los años 40), que tienen una evidente deuda
contraída con el mundo de las vanguardias, y en especial con el
surrealismo.
• Una consecuencia de lo anterior será el interés
manifestado por los mitos, entendidos como símbolos. Para Breton, el
surrealista es "un portador de llaves" y, por tanto, los mitos son los
verdaderos conectores entre lo real y lo suprarreal. Es el paso del
subconsciente individual al subconsciente colectivo. A partir de aquí se
entiende el interés por el folklore, las leyendas y otras formas de
creación colectiva. No es casual que Marcel Raymond destacase el
excepcional hallazgo lorquiano de síntesis entre "el giro popular y la
visión poética más original" en su De Baudelaire al surrealismo (1933), libro considerado en su momento como un verdadero catálogo del surrealismo.
• Otros recursos destacados serían el uso de
imágenes perturbadoras, la presencia de profecías, los sueños, el humor
negro y la crueldad (como vías contrarias al sentimentalismo), el
satanismo y la alusión a objetos surrealistas.
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